Más allá de los sueños. Segunda Parte: El infierno


A través del suicidio de Annie se presenta la conceptualización del infierno como el oscuro mundo de la conciencia del ser humano, aquel espacio indefinido e impreciso en donde reinan los mayores temores y el sentimiento de culpabilidad por lo hecho o lo dejado de hacer.
Annie, como suicida, recala en el infierno al morir, se encuentra destinada a luchar con sus demonios internos eternamente, pero más que estar destinada por alguna fuerza externa todopoderosa como un fatum o destino incambiable, se encuentra aprisionada por su propio desconcierto, es un ser que no termina de aceptar su partida del mundo terrenal y que vive encerrada en su propia tragedia psicológica, la misma que la ha llevado al suicidio.

Se presenta entonces un infierno como doble complementario del paraíso. Ambos se constituyen como un reflejo de la mente y del alma, pero mientras que uno se manifiesta como la vivificación de los deseos y de los sueños, la liberación del pensamiento, el otro se hace presente como un laberinto sin sálida de autotorturas psicológicas. Se presentan como la antagonía entre la liberación y la prisión del pensamiento.

Chris, consternado por la idea de que Annie resida eternamente en el infierno, decide ir en su búsqueda y rescatárla. Decide entonces afrontar su infierno; decide internarse en su propio oscuro mundo de dudas y temores, presentado brillantemente por el director en una secuencia de acciones en donde intercala escenas de su recorrido por el infierno, con escenas de su vida terrenal, que representan, unidas, la lucha del ser y su mente.
Al final de su recorrido encuentra a Annie, y es en ese punto en que el infierno personal alcanza los límites del autocontrol, cuando se topa con el infierno de otro ser, el de Annie.
El guía le indica a Chris que tiene tres minutos para hablar con ella antes de perder la cordura. Se presenta a Annie en el interior de su casa pero en un ambiente sórdido y decadente, ensimismada en sus ideas y ausente de la realidad, no es capáz de reconocer a nadie, porque en un principio no es capaz de reconocerse a sí misma.

En una escena profundamente sentimental e impactante Chris intenta que Annie lo reconozca y así mismo que se libere de su telaraña de torturas mentales, en donde se presenta la lucha de Chris con su sentimiento de culpabilidad por el suicidio de su esposa enfrentado a la lucha interna de Annie con sus demonios. Juntos luchan por la liberación individual de su alma.
Chris entiende que no puede sacar a Annie de su prisión y decide ceder ante la locura y entregarse junto a ella al infierno.

En la escena siguiente se encuentran ambos en el paraíso, en un entorno conformado por los deseos comúnes de estas almas gemelas. Chris se abandonó a la locura, renunciándo al paraíso o a la serenidad de su mente por Annie, y de esta forma Annie pudo ver más alla del encierro de sus ideas, entendiendo el perdón de Chris, siendo capaz entonces de liberar su pensamiento y perdonarse a sí misma. Es por esto que, liberados de la tortura de sus temores, pueden ambos recalar finalmente en el paraíso.

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